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Piqué ayuda al Barcelona dentro y fuera de la cancha: por qué renunció a la mitad de su salario

¿Quién podía imaginar que, en el momento en el que Barcelona jugaría su primer partido a nivel competitivo en casi 17 años sin la presencia de Lionel Messi como miembro del primer equipo, sería capaz de producir algo tan notable como cualquier actuación rutinaria del mago argentino en el Camp Nou?

Es cierto. La calidad del gol, cuando Memphis Depay asistió al cabezazo de Gerard Piqué para abrir el marcador contra la Real Sociedad, fue buena; aunque tampoco como para estremecer la tierra.

Pero el hecho de que Piqué (un hombre de negocios testarudo y astuto por partes iguales) renunció durante la semana previa al encuentro a una suma cercana al 50 por ciento de su salario durante los próximos tres años, todo con la intención de que el club de sus amores cumpla con las regulaciones de Fair Play Financiero establecidas por LaLiga y se le permita inscribir los contratos de Memphis, Eric Garcia y Rey Manaj, hizo del gol algo que va más allá de lo histórico.

Intenten calificarlo de único… incluso, de trascendental.

Piensen por un momento. Piqué hizo un gesto que probablemente, en meros términos económicos, no tiene precedentes en la historia del fútbol profesional; y no sólo para inscribir el contrato del delantero holandés. Además, lo hizo para darle suficiente tiempo para jugar contra los Txuri-Urdin en la primera noche en la que el Barça estuvo privado del genio de Messi. Entonces, gracias a una especie de karma universal, Memphis alza el balón justo hacia la trayectoria de Piqué, para que éste fuera capaz de despacharlo desbordando a Remiro dentro del área de La Real. Hollywood habría desestimado la trama, calificándola como demasiado improbable, excesivamente edulcorada.

Momentos antes, durante la previa del partido, el catalán fue saludado por un rugido desproporcionado, considerando que apenas había unos 22.000 aficionados presentes en el hogar de los culés. Lo veían como un “salvador”, y su tanto motivó los cánticos de “¡Piqué presidente!” en lo que fue, en definitiva, una cómoda victoria 4-2 en el debut de campaña del equipo blaugrana.

Gerard, si por casualidad estás leyendo esto: ¿Qué piensas? Hemos tenido jugadores-entrenadores y jugadores-técnicos; sin embargo, ningún club desde la fundación del Barcelona hace poco más de un siglo ha tenido un jugador-presidente. ¿Te gusta la idea?

De todos modos, los hinchas que cantaban a favor de la inmediata presidencia de Piqué no sabían cómo su iniciativa empezó a marchar, lo bien pensada que fue, o cuánto dinero le costó.

Corren tiempos turbulentos en el Camp Nou, y si bien todos tenemos nuestras fuentes, es más difícil que nunca obtener información firme, cuando todos y cada uno de los empleados del club nadan más fuerte que nunca en un intento por mantenerse a flote, en contra de la agresiva marejada que representa la inmensa deuda que lo acecha. Sin embargo, si leemos los rumores correctamente, la “inversión” hecha por Piqué para mantener a su equipo bien encarrilado tiene dos caras.

Parte del diferimiento salarial (lo que es lo mismo: una cantidad que se le pagará de todos modos, aunque dentro de un momento significativamente posterior al inicialmente pautado) tiene la intención de darle al Barça un alivio inmediato de sus deudas. Sin embargo, de forma crucial, Piqué está renunciando a una importante suma (amigos, quiero decir que renuncia por completo a ella) de ocho dígitos a lo largo de tres años.

Aunque también nos da a entender que este presidente sin cargo también ha renunciado a los bonos e incentivos presentes de rigor en cualquier contrato laboral deportivo de alto perfil. Lo que quiere decir que si el Barça, gracias a algún milagro, ganase la Champions League y/o el título de liga durante las dos próximas temporadas, dejar de devengar los “incentivos” de su contrato por logros colectivos e individuales, significa que Piqué está renunciando a un monto de ocho dígitos mucho mayor al originalmente debido.

Por supuesto, ustedes son libres de formarse una opinión. de pionero Lamentablemente, algunos lo verán de forma despectiva. Cierto, Piqué ya es un hombre acaudalado. También es cierto que la cantante Shakira, pareja del futbolista, también es una mujer sumamente adinerada. Sin embargo, dos de los factores más comunes entre los múltiples hombres y mujeres pudientes que he conocido son: primero, que “nunca es suficiente”, sin importar cuánto dinero tienen. Segundo, que aquellas personas adineradas y de mentalidad filantrópica usualmente renuncian al dinero ya negociado y que creen se merecen, con el mismo entusiasmo con el que Drácula piensa en ajos, clavos y la luz del sol.

Si son incapaces de apreciar el gesto de Piqué como algo enormemente significativo, inteligente y probablemente único, entonces deberían abandonar el debate.

Después del partido dominical, Piqué se aseguró que la (extensa) entrevista a pie de cancha no fuera tanto sobre él, su gol o la renuncia a su sueldo; por el contrario, defendió a sus compañeros capitanes y su disposición a imitarlo. (Tampoco perdió tiempo en apuntar a “los hombres de arriba”). Su conclusión es que, a menos que todos dentro del club remen de inmediato en la misma dirección, el FC Barcelona se caerá a pedazos. Y será todo un desastre.

Posteriormente, cuando Jordi Alba habló sobre la condición de Piqué en lo que respecta a renunciar a su sueldo para que el Barcelona volviera a operar normalmente (en el corto plazo inmediato), utilizó el término “timing”.

La verdad es que Piqué fue pionero, primero porque renunciar a una cuantiosa cifra monetaria de ocho dígitos fue su idea, no la del club. Asumió la iniciativa. Durante las últimas tres semanas, Piqué ha planificado, sondeado la opinión de las personas a quienes más respeta, haciendo cálculos y despejando la ecuación riesgo/recompensa/consecuencias.

El primer aspecto de su iniciativa tiene que ver con ambiciones personales y su propia satisfacción. Desde hace tiempo, el zaguero catalán de 34 años decidió que no sentía deseos de experimentar en otro equipo extranjero, luego de su paso por el Manchester United entre 2004 y 2008. Barcelona, la ciudad, era su hogar; y su familia lo sintió (al igual que Leo Messi, su esposa e hijos antes que él) cuando recibieron la sorpresiva noticia de manos del club. La idea de partir era inaceptable.

Más que eso. Piqué siente al Barça como “su” club.

En la noche del domingo, Piqué subió a las redes un breve video de cuando tenía cuatro años, acompañado por sus abuelos, pidiendo cortésmente el autógrafo de Ronald Koeman. Las imágenes fueron captadas aproximadamente dos años después que Koeman marcase el gol que aseguró la primera victoria del club en una final de Copa de Europa. El amor de Piqué por el club tiene amplio contexto; sin embargo, esa es la referencia histórica más reciente. De todos modos, tras haber decidido desde hace tiempo que quería jugar con el Barcelona hasta cumplir los 37 años, un factor fundamental en su razonamiento durante las últimas tres semanas era la decisión de no jugar por jugar. Piqué quiere ganar.

Si le han visto o escuchado con atención, ya les será evidente que no es el juego en sí lo que le inspira. Se trata de competir, competir con tesón, retarse a sí mismo, arriesgándose a la derrota, pero hambriento de triunfos. Esos son los mismos elementos que inspiraron su inversión en el FC Andorra (del que es propietario y accionista mayoritario) y su participación monetaria en la Copa Davis de tenis (de la mano de su amigo y socio de negocios Hiroshi Mikitani). En una escala menor, es lo mismo que inspira la fascinación que Piqué siente por el póquer.

Para que el Barcelona fuese más competitivo, especialmente tras la partida de Messi, era imprescindible que Memphis y García (ambos con excelentes actuaciones contra La Real) no se quedaran sentados en el banquillo hasta enero, cuando se reinició la inscripción de jugadores en España.

Al obsequiar una suma multimillonaria en euros a su club, Piqué ha invertido en las habilidades de su equipo para competir y pelear por trofeos.

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