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Real Madrid extiende dominio sobre Barça en El Clásico, Liverpool humilla a Man United y Messi sigue sin carburar con PSG

El mundo del fútbol centró su atención en un “Súper domingo” en el que Barcelona recibió la visita del Real Madrid (y cargó con la derrota), poco antes de que el Manchester United fuera anfitrión del Liverpool (y cayera goleado), aparte de los clásicos enfrentamientos de Italia entre Inter Milan y Juventus, y Francia entre Marsella y Paris Saint-Germain.


Real Madrid le gana la partida táctica a Barcelona en El Clásico

Puedes ganar un Clásico dejándote llevar por toda la alharaca y la atmósfera, luchando con un cuchillo en los dientes para alzar la victoria, intercambiando golpes como un boxeador. O puedes dominar y aplastar al oponente con destrezas superiores y talento individual. O puedes lograrlo como lo hizo Carlo Ancelotti el pasado domingo: superando al rival con táctica, haciendo que el talento del Real Madrid marcase la diferencia cuando y donde realmente importaba. Caso contrario al de Ronald Koeman, quien envió a sus tropas barcelonistas decidido a dominar la posesión del balón, sin tener claro qué hacer con él.

Una de las estadísticas más notorias de su triunfo 2-1 es que el Real Madrid no cruzó la mitad de la cancha hasta el minuto 12. Eso habría sido un problema en otras circunstancias; sin embargo, cuando puedes lograr que tu oponente se mantenga acorralado en tu mitad de cancha por tanto tiempo sin crear oportunidades, también sirve para quitarles impulso y armar posibilidades para golpear a la contra, especialmente con un correcaminos llamado Vinicius Junior desplegado por la banda izquierda.

De hecho, podríamos argumentar que fue allí dónde se ganó el encuentro.

Koeman movió a Sergiño Dest a la banda derecha (la izquierda del Madrid) en un intento por incorporar mayor ritmo y un confiable suministro de centros. Y el técnico neerlandés optó por utilizar a Oscar Mingueza, quien realmente es un central de tamaño insuficiente que se hace pasar por lateral, para así ayudar a lidiar con la presencia de Vinicius detrás de el. Sin embargo, el lateral izquierdo madridista Ferland Mendy demostró ser más que capaz de enfrentarse a Dest, dejándole el camino libre a Vinicius para intimidar a Mingueza. Eso significa que el Real tenía un canal de salida continua. También se podría decir que fue allí donde el Barcelona perdió el encuentro, porque tuvieron su mejor oportunidad luego de 25 minutos de acción, cuando Memphis Depay (desplegado inicialmente como extremo izquierdo) encontró a Dest apabullando a la contra. A pesar de ello, el internacional de la selección de Estados Unidos remató para enviar el balón por encima del travesaño. ¿Puertas corredizas? Quizás. Sin embargo, todo siempre parecía indicar que el Madrid tenía una velocidad extra.

En todo caso, a los 30 minutos de juego, el Madrid se vio recompensado cuando Vinicius desbordó a Mingueza para conseguir a Rodrygo, quien asistió al austriaco David Alaba en el gol que abrió el marcador. El ex jugador del Bayern Munich se encargó de hacer la clase de definición que esperamos de un volante ofensivo, posición que ocupaba antes de pasar a la zaga hace casi una década.

La respuesta de Koeman fue enviar a la cancha a Philippe Coutinho tras el descanso y replegar a Dest como lateral derecho. La formación táctica cambió al 4-2-3-1 y el Barça se vio mejor en el ataque, a pesar de conceder oportunidades del otro lado del campo (Karim Benzema parecía tener el día libre). El partido terminó con goles en el alargue (uno por equipo: el del Barça fue autoría de Sergio Aguero, nada menos). Si el orden de la situación se hubiese revertido, con el Barça marcando para empatar y el Madrid tomando ventaja definitiva, habría sido un final dramático. Pero eso no ocurrió: el remate a la contra de Marco Asensio fue atajado por Marc-Andre ter Stegen, y Lucas Vazquez cometió un error antes que el “Kun” Agüero descontara en el marcador.

El diagnóstico a simple vista nos indica que este partido no fue, ni de lejos, tan reñido como podría sugerir el marcador final 2-1 a favor del Real Madrid. Ambas plantillas no dan la talla en estos momentos, y ambas contaron con una superestrella (Ansu Fati en el caso del Barça y Benzema para el Madrid) que tuvo un día discreto. La diferencia es que el Madrid parece ser un equipo (imperfecto, pero equipo al fin); mientras que el Barcelona aparenta ser una obra en construcción, que disfruta de un alto porcentaje de posesión estéril mientras espera por un momento de genialidad individual. Y cuando eso no se produce, es castigado.

El Clásico suele tener un efecto que magnifica todo, se gane o se pierda, y canalizarlo correctamente depende de los entrenadores. Ancelotti puede aprovechar su victoria para seguir construyendo y en el mejor de los casos, obtener cierta continuidad, especialmente a mitad de cancha. Por su parte, Koeman debe asegurarse que su revés no se traslade a sus próximos compromisos, empezando con el encuentro de vuelta contra Dynamo Kiev en Champions League. Actualmente, los culés están a un punto del Benfica en el tercer puesto de su grupo; sin embargo, mantienen control sobre su destino. Si lo estropean todo y quedan eliminados en fase de grupos, sólo vendrán mayores desgracias en el Camp Nou.


Man United va de mal en peor y es humillado por Liverpool

Muy bien, digámoslo de una vez, antes de fustigar al Manchester United tras la humillación 5-0 sufrida en Old Trafford. En estos momentos, el Liverpool es un plantel con una calidad que raya en lo ridículo. Mohamed Salah, que convirtió un “hat-trick”, juega el mejor fútbol de su carrera, y también podríamos decir lo mismo de Roberto Firmino. La dupla de zagueros sigue siendo una de las mejores (si no la mejor) de Europa, la línea defensiva de cuatro es muy sólida en su totalidad y Alisson es uno de los mejores entre los palos.

A pesar de ello, la reacción del mediocampo del Liverpool es lo que me causa mejor impresión. Perdieron a Georginio Wijnaldum en la temporada veraniega, sin sustituirlo con un jugador de primer nivel. Thiago Alcantara y Fabinho (titulares automáticos en un XI ideal del Liverpool) no estaban disponibles. Al igual que Harvey Elliott, quien bien puede tener 18 años, pero había sido regular a principios de campaña antes de sufrir una lesión de tobillos que puso final a su temporada.

Jurgen Klopp utilizó a Naby Keita (jugador de nivel inconsistente desde su llegada al Liverpool, y de actuación indudablemente discreta a la defensiva en el encuentro de Champions contra Atletico Madrid a mitad de semana) y a James Milner, quien (no olvidemos) cumplirá 36 años en enero próximo (y debió salir de la cancha luego de 25 minutos). Y a pesar de todo ello, los Reds dominaron. No solo se debe a la incompetencia actual del United; se trata de una combinación de gran preparación, gran entrenamiento y un excelente nivel por parte del Liverpool.

En el caso del United, empecemos con las buenas noticias, porque tenemos muchas malas novedades que analizar. Son líderes de su grupo en Champions, y a pesar de toda la negatividad, solo están a tres unidades de ocupar un puesto entre los cuatro mejores de la Premier League.

Ahora, hablemos de Ole Gunnar Solskjaer. Jugó con el mismo XI que inició a mitad de semana contra Atalanta, y tenían desventaja 2-0 jugando de local contra un equipo cuya nómina representa la quinta parte de la suya y que además acusaba la ausencia de cinco titulares clave. Y no sólo se trata de que el United tenia desventaja 2-0; tenía desventaja 2-0 y mostró un nivel terrible en ese primer tiempo. Cierto, el United logró mejorar después del descanso, especialmente después del ingreso a la cancha de Edinson Cavani y Paul Pogba (ninguno de ellos fue inicialista). Sin embargo, debemos preguntar: ¿qué poseyó a Solskjaer para hacer esto? ¿Fue acaso la creencia de que podían mantener el impulso del segundo tiempo y retar al Liverpool? ¿Acaso fue un reto para que su plantilla lo hiciera mejor? Ojalá no haya sido nada de lo anterior, porque eso habría sido sacado del libro de jugadas de un niño de escuela.

El United fue un desastre a la defensiva, como lo ha sido por un tiempo. Asimismo, la imagen de Luke Shaw y Harry Maguire cruzándose entre ellos quedará imborrable en la mente de muchos por un buen rato. Sin el balón, los Red Devils hicieron poca presión y sin efectividad, lo que está bien si te repliegas o juegas basándote en la posesión del balón. De lo contrario, es un error fatal si no puedes ir atrás o te decides a no hacerlo. Ni siquiera logramos ver esas hazañas heroicas que han salvado el pellejo de Solskjaer en tantas ocasiones. Mason Greenwood tuvo un par de buenos momentos antes de desaparecer (y ser sustituido). Bruno Fernandes tuvo un mal partido, algo extraño en él: falló una oportunidad a principios del encuentro (en un clásico caso de puertas corredizas) y empeoró. Pogba ingresó a la cancha, duró 15 minutos y fue expulsado. Cristiano Ronaldo marcó su gol, pero fue anulado por el VAR. De hecho, tiene suerte de que su nombre sea Cristiano, el árbitro era Anthony Taylor y el United tenía desventaja 3-0 en el momento que pateó a Curtis Jones; de lo contrario, esa tarjeta amarilla pudo haber sido roja.

Solskjaer habla de avances, tiempo y de armar una plantilla. Pero en estos momentos, su plantilla gira en torno a un jugador de 36 años, que deberá ser reemplazado en algún momento (excepto que éste es irremplazable, porque es candidato al Mejor Futbolista de Todos los Tiempos, nadie hace lo que hace él, y eso significa que quien venga después de él requerirá hacer el enésimo cambio en el planteamiento). Defensivamente hablando, este equipo es un desastre, tanto en lo que respecta a su talento como en su toma de decisiones.

Por cierto, en menos de seis semanas Pogba puede fichar por otro club. Sin duda, eso alegraría a quienes lo consideran como un desperdicio de espacio; aunque también significa que el United deberá fichar el próximo verano, no sólo a uno, sino a dos volantes centrales de primer nivel. Y en consecuencia, eso significa mayor agitación y más inicios desde cero.

Por supuesto, no todo esto es culpa de Solskjaer. No es un técnico omnipotente como lo fue Sir Alex Ferguson en su momento. El club ha tomado una buena cantidad de malas decisiones. Sin embargo, el entrenador ya ha pasado casi tres años en el United. Es razonable esperar avances favorables tras dicho plazo. Y para quienes hacen comparaciones con las tres primeras temporadas de Sir Alex en Old Trafford; una vez que se hayan lavado la boca con jabón, por favor tomen en cuenta que Sir Alex ya tenía una hoja de vida y había ganado trofeos a nivel europeo antes de su llegada al banquillo del United.

La realidad es que ésta era una derrota que podías prever si eres el United y que, de cierta forma, probablemente mitigue algunos impactos en los cálculos de la familia Glazer. Es cierto que, sin marcar goles desde el minuto 80, sólo han logrado ganarle al Leeds en la fecha inaugural y al Newcastle United del DT Steve Bruce. Como siempre, hasta tanto los Glazers no comiencen a pensar que esto les va a afectar económicamente, no los veremos hacer cambios. No serán las derrotas las que causen el despido de Solskjaer a mitad de temporada. Tal y como lo veo, basándome en su historial, se requerirá una eliminación en fase de grupos de Champions y estar alejados de los cuatro primeros de la tabla de Premier League para que se produzca la salida del técnico noruego.


Allegri experimenta y Juve empata con Inter de penal

Un penal asistido por el VAR en los últimos tramos del partido (tarde, pero correcto) permitió que la Juventus le quitara un punto al Inter, luego de una actuación poco convincente. Las cuatro victorias consecutivas del plantel Bianconero por marcador 1-0 despertaron en algunos la idea de que el DT Max Allegri había retrocedido en el tiempo, para llevarlo a los días cuando jugaba al repliegue, atacaba de forma esencial y no siempre vistosa; aunque podían ser letales y capaces de sacar puntos de la nada. Algunos creen que esa filosofía forma parte de la ética y ADN del club (y ciertamente así se sintió en el encuentro del domingo); aunque estoy seguro de que Allegri no lo ve así. El entrenador quiere que su Vecchia Signora juege un fútbol más atractivo y propositivo. Pero aún no lo logra.

Y quizás esa es la razón por la cual Allegri decidió lanzarle una curva al Inter, dejando en la banca a Matthijs de Ligt, Rodrigo Bentancur y Federico Chiesa (Paulo Dybala también fue suplente; algo comprensible, considerando que sólo tenía cerca de 20 minutos de actividad tras un mes de ausencia). El plan no funcionó del todo. La Juve no produjo mucho: Dejan Kulusevski amenazó poco al lado de Alvaro Morata; Weston McKennie y el mediocampo estuvieron caóticos; Leonardo Bonucci cometió un poco común error mental al jugar contra Edin Dzeko, quien marcó el gol del Inter. La situación mejoró un poco tras la incorporación de Chiesa y Dybala, pero no lo suficiente como para impresionar.

Gran parte de la atención se centra en las decisiones tomadas por Allegri, algo bastante justo: a mi criterio, Chiesa y De Ligt son el presente y el futuro de la Juve, y deberían jugar siempre, cuando tengan buen nivel físico. Aunque también se trata de jugar mejor con lo que se tiene. Kulusevski, McKennie, Morata y compañía no son jugadores mediocres. Simplemente, juegan por debajo de su potencial. Allegri está allí para cambiar esa situación.

En lo que respecta al Inter, todos hemos indicado la dura tarea que tiene Simone Inzaghi, considerando las dificultades financieras del club y las partidas de Achraf Hakimi y Romelu Lukaku. Muy bien. Y necesitamos darle tiempo para integrar a piezas recién incorporadas, como lo son Hakan Calhanoglu, Dzeko, Joaquin Correa y Denzel Dumfries dentro de un planteamiento muy distinto (aparte de la formación táctica) al del DT anterior Antonio Conte. Todo bien. No veremos un fútbol bonito y fluido desde el primer momento. Lo entendemos.

Algo más difícil de comprender es cómo esta plantilla tantas veces aparenta ser un manojo de nervios. Lo vimos hace una semana contra la Lazio y lo volvimos a ver con la reacción histérica de Inzaghi luego del penal a favor de la Juventus, armando un berrinche en la cancha que motivó su expulsión. Siempre se supo que esta sería una temporada difícil, y en ciertos aspectos (la defensiva, Nicolo Barella en el mediocampo, Dzeko adelante) ya el Inter se encuentra donde quiere estar. Pero los nervios crispados y errores mentales (también podemos incluir en esta última categoría a Dumfries) no van a ayudar mucho a la causa Nerazzurra.


Estrellas siguen en brillar en el empate de PSG ante Marsella

Previo a su viaje de este fin de semana para enfrentarse a los archirrivales del Marsella, el Paris Saint-Germain ostentaba ventaja de nueve puntos en la cima de la tabla de Ligue 1. Comparémoslo con los lideratos en Premier League (una unidad), LaLiga (1), Serie A (2) y Bundesliga (1). Hablamos de profesionales y de feroces rivales; pero también de seres humanos. Así que, si a veces vemos cierto bajón de intensidad o fuego, una gestión natural de carga laboral, elegir ciertas situaciones… muy bien, pueden captar la idea.

Quizás con la intención de manejar una coyuntura de ese tipo, Mauricio Pochettino decidió enviar a la cancha a todas sus figuras al mismo tiempo. Lionel Messi fue acompañado por Kylian Mbappe, Neymar y Angel Di Maria. Sumen dos zagueros con mentalidad de ataque, y su formación 4-2-3-1, en teoría, era una de las más propositivas que nos podamos imaginar. Quizás la idea era que todos se alimentarían mutuamente o atemorizarían a la oposición. De hecho, el Marsella, alentados por una genial afición local (lanzamientos de botella aparte) no se mostró en lo absoluto intimidado.

El plantel de Jorge Sampaoli mostró la combinación apropiada de intensidad y disciplina, y en líneas generales logró neutralizar al cuarteto atacante del PSG. La mejor oportunidad de Messi fue un cabezazo, algo que prácticamente nos dice todo. De la misma forma, los parisinos tampoco lograron capitalizar su ventaja de hombres en la cancha en la última media hora del encuentro, tras la tarjeta roja con la que fue sancionado Achraf Hakimi. Eso también nos dice mucho.

¿Acaso los goles anulados (uno por lado) habrían cambiado el partido? Es posible: los goles suelen hacerlo. Pero ambas decisiones, a pesar de ser marginales, fueron correctas. Por ende, nos queda un veredicto quizás predecible. El PSG está muy lejos del lote de su liga doméstica en cuanto a nivel, al punto que es posible que nos cueste presenciar la intensidad característica de Pochettino, excepto en ciertos partidos.

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