Durante su discurso de rendición de cuentas del pasado 27 de febrero, el presidente Luis Abinader sostuvo que durante su gestión la economía había crecido, en términos reales, a un promedio anual del 6.43%, del 2021 al 2023.
Pero resulta que su gestión de gobierno empezó en agosto del 2020. Por consiguiente, si se incluye ese año, el promedio de crecimiento de la economía del país, del 2020 al 2023, fue tan solo de 3.2%, es decir, la mitad de lo anunciado por el jefe de Estado.
Al ser así, esta resulta ser la gestión de más bajo crecimiento de las últimas décadas, solo comparable con la del 2000-2003, que fue de 2.6%, en tiempos de crisis financiera nacional.
El presidente Abinader también expresó que “el pasado año, aun siendo difícil para la economía mundial, cerramos con un crecimiento del 2.4%, siendo en este momento la nuestra una de las economías más dinámicas de la región”.
Eso es falso. Con un escaso crecimiento de 2.4% durante 2023, la República Dominicana descendió por debajo de todos los países de Centroamérica, hasta ocupar la décima posición en la escala regional del crecimiento económico.
Estuvimos por debajo de Panamá (6.1%); Costa Rica (4.9%); Paraguay (4.5%); México (3.6%); Guatemala (3.4%); Nicaragua (3.3%); Honduras (3.3%); Venezuela (3.0%), y Brasil (3.4%).
Durante los últimos cuatro años la República Dominicana ha perdido el liderazgo en la región, pasando de la vanguardia a la retaguardia; y es que la incapacidad de este gobierno para gerenciar la crisis ha ocasionado que el país se incline hacia la parte baja del crecimiento de América Latina y el Caribe.
Impuesto a los pobres y a la clase media
En su discurso, el presidente de la República alegó que la inflación se situaría en el rango meta, que como se sabe, es de 4 ± 1. Eso significa que no debe pasar de 5, ni ser menos de 3.
Cuando el PRM llegó al gobierno en el 2020, la tasa promedio de inflación se encontraba en 3.78%. Pero desde octubre de ese año a diciembre del 2023, la inflación fue de base amplia y severa.
Esto así, ya que 286 artículos, equivalentes a más del 78% de la canasta básica, experimentaron incrementos interanuales de dos dígitos. Cien artículos, entre los que se encontraban pan integral, plátano maduro y bacalao, registraron una inflación de entre 10 a 20%.
Ochenta y cuatro, entre los que figuraban guineo verde, azúcar morena, pasta de tomate y huevos, aumentaron entre 21 y 30%; y ciento dos artículos, que incluyen yuca, yautía, piña y pollo, se colocaron por encima del 30%.
A nada de eso hizo referencia Abinader. Fue sumamente escueto sobre ese particular. Parecía querer ignorar los estragos devastadores que han tenido las alzas de precios sobre la población, pues si bien es cierto que el valor del Índice de Precios al Consumidor (IPC), ha disminuido, los precios, sin embargo, continúan aumentando, aunque no al mismo nivel de antes.
Naturalmente, la reducción de la inflación no significa necesariamente una disminución de los precios. Los precios siguen aumentando, aunque a un ritmo menor de cuando el Banco Central adoptó medidas monetarias restrictivas, incrementando las tasas de interés.
En la actualidad, los precios no paran de crecer, y los productos alimenticios, los medicamentos, los servicios, y otros artículos de primera necesidad todavía se encuentran por encima de las nubes.
Para enfrentar la inflación, que es el gran impuesto a los pobres y a la clase media, las familias dominicanas han tenido que endeudarse para poder adquirir alimentos. Sus ingresos no les alcanzan para llegar a fin de mes.
La gran estafa
De conformidad con lo que señala el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, en la República Dominicana solo 346,655 personas, es decir, algo más del 3% de la población, viven por debajo de la línea de extrema pobreza, ya que no tienen ingresos suficientes para alimentarse.
Resulta curioso, sin embargo, que el presidente de la República dijese en su reciente mensaje a la nación que mediante el programa Supérate se ha asistido a más personas y con montos superiores.
Indicó que con el fortalecimiento y ampliación de los subsidios sociales, un millón quinientas once mil familias están recibiendo la ayuda de Aliméntate, con un monto de 1,650 pesos mensuales.
Asistir a los pobres, sin propósito oculto de proselitismo político, es lo que hace todo gobierno responsable, como lo reconoció el programa del PNUD a la gestión del 2004 al 2012.
Pero, si como afirma el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, solamente hay algo más de 346 mil personas en situación de pobreza extrema, ¿por qué, entonces se abulta el padrón de beneficiarios del programa Supérate y se entregan 1.5 millones de tarjetas de apoyo a la alimentación?
Una de dos: o el número de indigentes es mayor a lo que indica el organismo estatal de estudios de la economía, o se amplía el número de usuarios por razones políticas electorales.
Si resulta que cada hogar en condición de pobreza extrema tiene en promedio cinco miembros, solo 69 mil familias deberían recibir subsidios sociales. No obstante, el gobierno de Luis Abinader entrega la tarjeta 22.5 veces más que el total de familias en extrema pobreza.
El Bonogás concede 19 veces más. El Bonoluz, casi 8 veces. La navidad se extiende hasta el mes de junio y el Bono Escolar, se entrega en febrero.
Por supuesto, la República Dominicana debe ser el único país del mundo en donde un gobierno intenta comprar su reelección de manera desfachatada con el dinero de los contribuyentes.
En definitiva, una gran estafa.