“¡Trato de luchar contra estos precios, pero parece que los precios luchan contra mí!”
Esto me dijo una señora mayor en el supermercado a finales de 2023. Me reí, le hice una broma sobre las patatas y me fui.
Su chiste captó con mucha precisión la situación en las Islas Caimán. Me tomó casi tres meses escribir este artículo inspirado por el incidente, y la evidencia anecdótica sugiere que las cosas no han mejorado. En las Islas Caimán estamos luchando contra los precios y durante años esos precios han ido ganando la batalla. La pregunta es por qué.
En primer lugar, están las llamadas razones estructurales: por un lado, importamos casi todo y nuestro modelo de tributación indirecta significa que, inevitablemente, existe un impacto de los derechos de importación en los artículos que consumimos (modelo de impuesto basado en el consumo que es de naturaleza progresiva).
En segundo lugar, el costo de los servicios públicos constituye una parte importante del costo de vida, pero casi no hemos logrado avances en nuestra estrategia declarada para implementar energía renovable. Esta cuestión se considera “estructural” porque hemos tenido un monopolio de servicios públicos durante la mayor parte de nuestra historia moderna sin casi ningún cambio en ese mercado o en nuestra estrategia energética durante décadas.
Un tercer factor, aunque ciertamente no es el último, se relaciona con el altísimo costo del alojamiento debido al aumento de los precios inmobiliarios (impulsado por la demanda de los inversores extranjeros y los mayores costos de construcción), las tasas de interés más altas (impulsadas por la política monetaria estadounidense) y los alquileres y tarifas. Este último conjunto de problemas hace que el acceso a alojamiento “asequible” esté fuera del alcance incluso de lo que muchos llamarían residentes de ingresos “medios” en 2024.
Decir que estos factores son estructurales no implica que no podamos abordarlos, simplemente significa que no pueden solucionarse muy rápidamente (necesitamos más de 10 asaltos para lograr un nocaut en esta pelea).
Pero ganar la lucha contra los precios requiere algo más que pedir un oponente más débil, lo que equivale a abordar los tres factores mencionados anteriormente. También necesitamos estar mejor equipados para la pelea y no hay mejor conjunto de habilidades o guantes de boxeo que tener salarios que igualen o superen esos aumentos de precios.
El verdadero problema es que hay poca evidencia de que los salarios se hayan movido lo suficiente (si es que lo han hecho) en la misma dirección como para que podamos mantener al menos el mismo poder adquisitivo en las Islas Caimán. Y aunque algunos economistas argumentarán que los salarios más altos terminan generando precios más altos, otros economistas pueden ofrecer varios argumentos sobre por qué ese no es necesariamente el caso.
Los informes recientes de que el salario mínimo en las Islas Caimán podría aumentarse a unos 8,75 dólares son bienvenidos, pero cualquier decisión final sobre esa nueva cifra debería tener cuidadosamente en cuenta el verdadero poder adquisitivo y cómo se ha erosionado lentamente en las últimas dos décadas. ¿Cuál es un nivel de vida mínimo aceptable en Caimán y cuánto cuesta realmente alcanzarlo?
Cuando combinamos estos problemas de larga data con la inercia observada en el aumento de los salarios en la economía local, queda muy claro por qué “los precios nos están peleando”.