Cuando la policía realiza arrestos e incautaciones en casos de importación de armas o drogas, tiende a ser atrapado el mensajero y no el intermediario.
Esto lo confirman las sentencias en múltiples casos de importación examinados como parte de esta serie.
En un ejemplo bastante típico de 2019, dos pescadores jamaicanos fueron interceptados llevando 1.000 libras de ganja a varias millas de East End. La sentencia del caso indica que les habían ordenado llevar la droga hasta una marca de GPS.
El abogado defensor argumentó que ambos eran simplemente barqueros que habían asumido “el mayor riesgo por la menor recompensa”.
La jueza Marlene Carter, que condenó a ambos hombres a seis años de prisión, dijo que no había pruebas de que hubieran desempeñado un papel en la “compra, envasado o carga de la ganja o de que tuvieran conocimiento de cómo se distribuirían las drogas o cómo es posible que se hayan beneficiado de dicha distribución”.
Destacó que esto es un tema común en esos casos.
En otros casos, se han utilizado pruebas telefónicas para vincular directamente al importador con el delito.
Jaleel Bush y Rico Walton fueron condenados a 10 años de cárcel cada uno en 2018, en parte debido a fotografías y mensajes de texto encontrados en sus teléfonos.
La pareja fue arrestada después de intentar esconder dos pistolas debajo del “árbol de las chanclas” después de que su bote desembarcara en South Sound.
Se encontraron fotografías de armas en el teléfono de Bush junto con mensajes de texto solicitando “45 dientes” y una referencia al “cromo”, que se dice que está vinculado a un plan para encontrarse con un barco de Jamaica.
Los casos, y otros similares, dan una idea de cuántas armas y drogas llegan a las Islas Caimán, a través de encuentros en el mar entre barcos “pescadores” locales y exportadores jamaicanos que cumplen pedidos para organizaciones criminales.
El comisionado de policía, Kurt Walton, admitió que, en muchos casos, fue el mensajero el que fue capturado y encarcelado y dijo que ahora era necesario centrarse más en el trabajo más complejo que se requiere para perseguir a quienes dieron la orden.
