Este 11 de julio se cumplen tres años de las históricas protestas por la libertad de Cuba. En los primeros días del verano de 2021 los cubanos salieron a la calle, en muchos puntos del país, hastiados de una vida de sacrificio, escasez y resistencia. De aquellas protestas multitudinarias contra el Partido Comunista de Raúl Castro aún quedan 600 manifestantes encarcelados, de los 1.500 detenidos, por salir a defender pacíficamente su sueño de libertad. Entre ellos siguen en prisión los líderes del Movimiento San Isidro, Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo, y de la Unpacu, José Daniel Ferrer.
Esas históricas protestas no consiguieron el objetivo de devolver la normalidad democrática a la mayor de las Antillas. Todo lo contrario, hoy la situación es increíblemente más difícil y más precaria. La desilusión se ha traducido en una avalancha migratoria que ha llevado al país a perder un 18% de su población entre 2022 y 2023. Muchos huyeron por temor a ser arrestados. La Isla se asoma al abismo de lo que los economistas han dado en llamar la “haitinización de Cuba”. Hay incluso, think tanks que hablan abiertamente de que el país es a estas alturas un Estado fallido. Y lo peor está por venir.
El régimen de Díaz-Canel está preparado para reprimir nuevas protestas este verano, como lo hizo el 11J con el llamamiento a los comunistas a enfrentar a los manifestantes pacíficos. Estas revueltas se esperan en medio de continuos apagones por falta de dinero para comprar combustible; con una hiperinflación, que cerró el mes de mayo con un crecimiento del 31% interanual; con un gobierno incapaz de controlar la tasa de cambio y con servicios públicos, como la sanidad, atravesando la peor crisis de sus historia por falta de inversiones que se han ido, sobre todo, a engrasar la maquinaria policial y represiva.
Desde Cubalex, una ONG que monitorea la situación de los derechos humanos en la Isla, consideran que “las causas que desencadenaron el estallido social del año 2021 siguen vigentes, mostrando un panorama alarmante de represión y graves violaciones de derechos humanos”. De ahí entienden que viene el hostigamiento a la sociedad civil, para impedir la participación en la vida política y la transformación del país. Y eso lo consigue el régimen a través de la criminalización de cualquier intento de ejercer derechos en la Isla so pena de que al que no le gusta lo que hay, no le queda otro camino que el de irse. El exilio forzado de activistas como Omara Ruiz Urquiola, que ha intentado regresar sin éxito al país, muestran el camino a quienes intenten seguir sus pasos.
Desde julio de 2022, según Cubalex, al menos 22 personas han sido obligadas a abandonar Cuba. De ellas, 39 han sido amenazadas con ingresar en prisión y a 11 se les han impedido regresar a la Isla.
Para recordar a los presos políticos del 11J, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un órgano de la OEA (Organización de Estados Americanos) creado para vigilar el cumplimiento y defensa de los derechos humanos, tiene previsto este jueves realizar una audiencia temática en Washington (11:00 horas) para hablar de los patrones de violencia estatal en la Isla.
En las redes sociales son muchos los cubanos que han recordado aquellas históricas protestas de hace tres años. También a los que ya no están porque los mantienen bajo rejas. Las imágenes de la represión ponen los pelos de punta a una población agobiada por la hambruna, los precios disparados y la desesperanzadora conclusión del mandatario cubano Miguel Díaz-Canel, anunciando abiertamente lo que todo el mundo sabe, que el país vive en una economía de guerra.
Mientras tanto, el régimen centra sus esfuerzos en controlar no sólo a los de dentro de la Isla, sino también a los de fuera y para ello ha aprobado tres leyes de Extranjería, Migración y Ciudadanía, que están pensadas para amedrentar a quienes viven en el exilio y han dejado a un lado el anonimato para protestar abiertamente frente a los consulados cubanos en cualquier parte del mundo.
Esto es algo que consiguió el 11J, sacar del ostracismo a miles de cubanos que por proteger a la familia o por temor al exilio eterno permanecían en silencio. También logró que muchas voces potentes de la izquierda internacional dieran la espalda al régimen y que instituciones como el Parlamento Europeo prohibieran la entrada de castristas en sus instalaciones. El 11J no fue en vano.