En el mercado existen cuatro tipos de pruebas de diagnóstico y vigilancia del COVID-19, pero para saber qué prueba aplicarse, consulte con un profesional de la salud que determinará cuál es la más indicada para el paciente de acuerdo a una evaluación preliminar.
A continuación, te explicamos cuáles son las más comunes y las diferencias entre ellas:
1. Prueba de Reacción en Cadena de la Polimerasa o PCR por sus siglas en inglés: detecta el fragmento del material genético propio del virus, aprovechando las reacciones químicas que se producen en el interior de las células, es decir la presencia del virus en tu organismo. Puede determinar si una persona tiene una infección activa pero no detecta si una persona ya se recuperó. Es una prueba rápida, sensible y confiable y comúnmente las muestras se toman de la nariz o la garganta usando hisopos largos.
2. Prueba rápida: Su nombre exacto es prueba de flujo lateral inmunocromatográfico y actualmente se utiliza para detectar anticuerpos contra la enfermedad en la sangre de un paciente. Son exámenes extremadamente rápidos y económicos pero su nivel de precisión es limitado. Está prueba no determina si un paciente tiene infección activa. Personal sanitario toma una pequeña muestra de sangre del paciente para realizar esta prueba.
3. ELISA: La inmunoabsorción ligado a enzimas o ELISA es una técnica utilizada para detectar antígenos o anticuerpos. Estas pruebas utilizan enzimas unidas a anticuerpos que causan un cambio de color que puede ser cuantificado. Es una prueba económica pero su nivel de precisión es limitado. Indica si una persona tuvo COVID-19, no determina si un paciente está actualmente infectado. Personal de la salud toma una muestra de sangre del paciente para realizar esta prueba.
4. CLIA: Quimioluminiscencia o CLIA es una técnica ultrasensible con sustratos luminiscentes que emiten luz al detectar anticuerpos, es decir detectan si la persona tuvo el virus en su cuerpo pero no indican si tiene virus activo. La prueba se realiza mediante una muestra de sangre.
