Expertos advierten que erupciones volcánicas menores podrían causar un efecto “cascada” y llevar a una catástrofe global
Casi todas las discusiones sobre los riesgos que plantean los volcanes sigue el mismo patrón: cuanto más potente sea la posible erupción, más afectado se vería el bienestar humano. Sin embargo, un equipo de expertos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) ahora plantea que se hace demasiado hincapié en los riesgos que implican las raras explosiones volcánicas masivas, mientras que se presta muy poca atención a los posibles efectos dominó de erupciones moderadas en puntos clave del planeta.
“Es hora de cambiar la forma en que vemos el riesgo volcánico extremo”, defendió Lara Mani, autora principal del informe. “Los escenarios más probables involucran erupciones de menor magnitud que interactúan con nuestras vulnerabilidades sociales y nos llevan en cascada hacia la catástrofe”.
“Necesitamos dejar de pensar en términos de erupciones colosales que destruyen el mundo, como se describe en las películas de Hollywood”, subrayó la científica.
Los investigadores de Cambridge han identificado siete puntos importantes en nuestro planeta donde grupos de volcanes relativamente pequeños pero activos se encuentran junto a infraestructuras vitales que, si se paralizan, podrían tener consecuencias globales catastróficas. Estas regiones incluyen grupos de volcanes en el Mediterráneo, Taiwán, el norte de África, el Atlántico norte y el noroeste de EE.UU., enumera el estudio, publicado en la revista Nature Communications.
Según explica Mani, incluso una erupción menor en una de estas áreas “podría hacer una erupción de cenizas o generar temblores lo suficientemente grandes como para interrumpir redes que son fundamentales para las cadenas de suministro y los sistemas financieros globales”.
Como ejemplo de la historia reciente, el equipo menciona lo ocurrido en 2010 en Islandia, donde una erupción de magnitud 4 del volcán Eyjafjallajökull generó grandes columnas de ceniza que, arrastradas por los vientos del noroeste, provocaron el cierre parcial del espacio aéreo europeo, causando pérdidas de 5.000 millones de dólares a la economía mundial.
Sin embargo, cuando en 1991 el monte Pinatubo en Filipinas entró en una erupción de magnitud 6, o unas 100 veces mayor en escala que el evento islandés, el daño económico general fue menos de una quinta parte del causado por la erupción del Eyjafjallajökull.