Argentina campeón de la Copa América: un grito que tardó 28 años y que le sacó la espina a Messi
En el Maracaná, la Albiceleste se impuso 1-0 con un gran gol de Di María tras una formidable asistencia de De Paul. Después de 28 años, el elenco nacional vuelve a ganar un título de mayores.
Se terminó el maleficio. Luego de 28 años donde la gloria se escurrió más de una vez de entre la manos, la Selección argentina volvió a gritar campeón tras vencer a Brasil en la final de la Copa América. Y si alguien se merecía ese título tan esquivo era su capitán Lionel Messi, quien por fin pude ser llevado en andas por sus compañeros.
El fútbol le debía este título a Messi. Y llegó en una noche soñada. En el Maracaná y ante Brasil. Quizás solo faltó que el “Diez” fuera el autor del gol, pero cuando el árbitro marcó el final todas las miradas fueron para él.
Sus compañeros corrieron a abrazarlo, mientras “La Pulga” se desplomaba bañado en lágrimas y gloria sobre el césped del mítico templo del fútbol.
El único gol de la Selección argentina, cuyo último título mayor había sido la Copa América Ecuador ’93, fue obra del delantero Ángel Di María a los 21 minutos de la etapa inicial.
Luego de seis derrotas consecutivas en finales (cuatro de Copa América, una en el Mundial Brasil 2014 en el mismo escenario de esta noche y otra de Copa Confederaciones), Argentina se sacó la mufa y también se la sacó fundamentalmente Lionel Messi, emblema de los merecimientos de toda una generación. El capitán saldó la deuda más pesada que se le reclamaba.
La corona es, además, la primera que consigue la Selección tras la muerte del máximo símbolo de su historia, Diego Maradona, ocurrida el 25 de noviembre del año pasado.
En el legendario Maracaná, de Río de Janeiro, hubo alrededor de cuatro mil invitados especiales, el único encuentro del torneo que tuvo algo de público en el marco de la pandemia de coronavirus.
El respeto mutuo dominó el inicio del partido: no sólo era el choque de los dos seleccionados más fuertes del continente sino, además, el duelo de individualidades que se conocen mucho. También dominó la pierna fuerte, al estilo de los viejos clásicos, a tal punto que cuando iban apenas dos minutos llegó el primer amonestado, Fred, por una falta a Gonzalo Montiel.
En ese marco, con los dos equipos preocupados antes por interrumpir el circuito creativo del adversario que por generar en el arco rival, Brasil se mostró algo más prolijo y también un poco más incisivo, sobre todo por la sociedad entre Neymar y Richarlison.
Hubo dos aproximaciones que generaron el astro del PSG y el delantero del Everton, ambas frustradas por la intervención de los defensores argentinos.
Argentina era eficiencia en los cuidados más que cualquier otra virtud cuando sacó ventaja: a los 21 minutos De Paul sacó un gran pelotazo desde campo propio para Di María, que aprovechó el error de Renan Lodi (le “pifió” al despeje), entró al área y definió de emboquillada ante al salida de Ederson. (Un gol de emboquillada de Di María, ante Nigeria, le había dado a Argentina, representada por el Sub 23, el último título internacional: la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Beijing 2008).
No cambió el partido después de la apertura del resultado. El mal estado del campo de juego y la presión ejercida por ambos en la mitad de cancha hizo todo trabado, parejo, poco claro. Argentina volvió a llegar con Di María, pasada la media hora, con un tiro que rebotó en Thiago Silva; y Brasil no pudo aprovechar las muchas imprecisiones que mostraron los de Scaloni en la salida, aunque conservaron siempre la concentración y el orden.
Brasil salió con todo en el complemento y estuvo dos veces al borde del empate, las dos con Richarlison, que se tiró al sector derecho de su ataque y sacó ventaja: la primera terminó en gol anulado por offside y la otra la sacó Emiliano Martínez.
Para resolver el sufrimiento que padecía Marcos Acuña, Scaloni decidió el ingreso de Tagliafico por Lo Celso apenas pasado el cuarto de hora. El cambio profundizó la idea sugerida, minutos antes, con la entrada de Guido Rodríguez por Paredes.
El partido entró luego en el clima que buscó Argentina. Brasil, después de aquellas aproximaciones, no pudo imponer su fútbol y el equipo de Scaloni, sobresaliente el esfuerzo de cada uno de los jugadores para morder, para cortar, para correr, intentó eventualmente con algún contragolpe y trabajó sobre el reloj.
Argentina aguantó los últimos embates de Brasil y con el último pitazo de Ostojich, después de que Messi desaprovechara una ocasión ideal para bajarle el telón al marcador, explotó la emoción albiceleste, la angustia acumulada de tantas frustraciones, la sonrisa ancha en la cara del propio Messi con la Copa allá en lo alto. Por fin, Messi y la Copa. Por fin.