Decenas de afganas se manifiestan en Herat para pedir un lugar en el Gobierno talibán
Varias decenas de afganas se han manifestado este jueves en Herat, al oeste de Afganistán, para reivindicar su derecho a trabajar y reclamar la participación de las mujeres en el nuevo Gobierno talibán. Su valiente demanda se produce al día siguiente de que un alto responsable de la guerrilla dijera que se contaba con ellas, pero no para el Ejecutivo ni ningún otro cargo de responsabilidad. La preocupación por su futuro está llevando a muchas profesionales a abandonar el país agravando la fuga de cerebros.
Las mujeres se concentraron frente a la sede del gobierno provincial en Herat, la tercera ciudad afgana, con pancartas en las que se leía “No tengáis miedo, estamos todas juntas” y “Ningún Gobierno puede sobrevivir sin el apoyo de las mujeres”, según las imágenes que han difundido los medios locales. Este último mensaje se ha convertido en un lema recurrente de las activistas afganas.
“Sin mujeres en el Gobierno y una participación significativa en la estructura de poder, el país es como un pájaro con un ala. ¿Puede un pájaro volar con una sola ala? Por supuesto que no”, ha tuiteado reiteradamente Fawziah Koofi, antes de abandonar Afganistán esta semana, ante la creciente inseguridad que sentía.
Una de las organizadoras de la inusual protesta de Herat, Basira Taheri, declaró a la agencia France Presse que quería que los talibanes incluyeran a mujeres en el nuevo Gobierno. “Queremos que nos consulten. No vemos ninguna mujer en sus reuniones”, añadió.
Las perspectivas no son halagüeñas. En vísperas de que se anuncie el nuevo Gobierno, el número dos de la Oficina Política de los talibanes en Doha, Sher Mohammad Abbas Stanikzai, ha declarado a la BBC que, aunque las mujeres podrán seguir trabajando, puede no haber lugar para ellas en el futuro Gobierno u otros puestos ejecutivos. Sin embargo, ese será sin duda un factor que los países occidentales tendrán en cuenta a la hora de reconocer o no al régimen talibán.
Entre las manifestantes había activistas de los derechos de la mujer, funcionarias, trabajadoras y estudiantes. Con el nuevo régimen, temen perder los avances conseguidos en las dos últimas dos décadas. Tres semanas después de que los talibanes tomaran Herat, los responsables locales del grupo aún no han aclarado qué normas van a imponer. En su anterior dictadura (1995-2001), confinaron a las mujeres en casa y les prohibieron trabajar fuera del hogar.
Ahora las informaciones son contradictorias. Algunos dirigentes han dicho que podrán estudiar y ejercer sus profesiones “con respeto a la ley islámica”. Sin embargo, hay testimonios de funcionarias a las que se ha impedido ocupar sus puestos y, en algunos lugares, como el polígono industrial de Herat, tampoco se las acepta. El vicegobernador talibán de esa provincia, el clérigo Shirahmad Ammar, ha dicho que están “esperando una decisión de los líderes”.
Para las afganas no hay tiempo que perder. “Muchas mujeres son la única fuente de ingresos de sus familias. Impedirles trabajar pone sus vidas en peligro”, señala una activista que ha seguido con interés la manifestación desde Kabul. También en la capital ha habido un par de protestas en el mismo sentido desde la llegada de los islamistas. “Los talibanes no pueden gobernar un país sin el 30% de su fuerza de trabajo”, ha declarado la activista Pashtana Zalmai, quien ha dicho estar dispuesta a llevar un burka, pero que no va a ceder en el derecho de las mujeres y las niñas a la educación.