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Lionel Messi cerró un año inolvidable con la selección: la mejor plataforma para el Mundial

En sus más de 15 años en el seleccionado, Lionel Messi cerró anoche el más emotivo y significativo de todos. En San Juan, como en tantos otros puntos de la Argentina, sintió el cariño y la devoción de un público dispuesto a cualquier sacrificio con tal de tenerlo cerca. El áspero empate ante Brasil no borra ninguna de las caricias que recibió en 2021. Ya fuera con el título tan ansiado de la Copa América o con el romance con el público que alcanzó su punto más intenso, luego de tantos desencuentros o miradas de reojo. Messi se sintió cómodo y cobijado como nunca con la camiseta celeste y blanca. Hubo un equipo que se encomendó a su liderazgo, que esta vez fue en lo futbolístico y lo humano.

El cierre del año pudo haber sido inmejorable si ese último intento, a un minuto del final, hubiese sido el gol del triunfo, tras eliminar el cruce de Fred y sacar un remate desde el balcón del área que fue controlado por Alisson. No importó, desde las tribunas bajó una exclamación de agradecimiento por el esfuerzo del capitán, que jugó más por su voluntad que gracias a un estado físico que dista del ideal.

Su fuerte sentido de pertenencia lo llevó a participar en esta última serie del año por las eliminatorias. Un compromiso que no es del agrado de Paris Saint Germain, que hubiera preferido que se quedase en Europa para completar la recuperación de su maltrecha pierna izquierda. Pero por la cabeza de Messi no pasa ese tipo de concesiones con un club si implican un renunciamiento con el seleccionado. Sus prioridades son muy claras.

Viajó y se puso a disposición, aunque él no quiso que eso se pusiera como ejemplo. “El esfuerzo que hice fue lo de menos”, expresó sobre el campo del Bicentenario unos minutos después de finalizado el 0-0. Se lo veía serio, en cierta manera disconforme, agotado por un desarrollo arduo. Porque Brasil ya estaba clasificado para el Mundial y la Argentina no tenía ninguna urgencia matemática, pero nadie quitó la pierna, dejó de correr una pelota o no entregó hasta el último aliento y gota de sudor.

Como fue un clásico sin goles y de juego ardoroso, la mirada apuntó a como había sobrellevado Messi los 90 minutos. “Estoy bien, si no no hubiese jugado. Llegué con lo justo, me falta agarrar ritmo. Estaba para jugar, de a poquito voy a ir agarrando ritmo, espero terminar bien el año”, expresó el rosarino.

El encuentro no había sido de su agrado: “Sabíamos que siempre es duro jugar contra Brasil, que el partido iba a ser trabado y con muchos roces. Desde el principio estábamos convencido de que podíamos ganar. Intentamos jugar, a veces no se pudo. En los últimos minutos se rompió un poco más el partido porque ellos jugaban de contraataque y dejaban algunos jugadores descolgados. No se pudo ganar, pero también es importante no perder. Seguimos creciendo”.

Fue el 13er partido -sin contar los 5 minutos del frustrado en Brasil por la abrupta intervención sanitaria- en la carrera de Messi contra Brasil, al que le convirtió cinco goles, aunque tres de ellos se concentran en un 4-3 de 2012, cuando el rival presentó una formación Sub 23. Llamativamente no registra ninguna asistencia. Brasil no es un adversario ante el que suele brillar. Inclusive en la final de la Copa América en el Maracaná, no se vio la mejor versión de Messi. La pudo adornar con un gol en el final, pero la pelota le quedó atrás.

En la noche sanjuanina, al principio fue bien controlado por Fabinho y después estuvo poco fino cuando llegó con la pelota dominada al área. No faltaron algún buen toque o asistencia, pero en cada intervención parecía lidiar con un estado físico que no es el ideal.

En París lo esperan para saber si el sábado podrá jugar contra Nantes. La Champions League también volverá pronto a encandilarlo. Así entrará al 2022, el año del Mundial, lo único que para Messi puede ser superador a lo de 2021.

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